La dilatación del lóbulo de las orejas es una práctica de modificación corporal cada vez más extendida en nuestra sociedad. El objetivo de estas dilataciones es frecuentemente estético, aunque también puede haber motivos religiosos, espirituales u otros motivos.
Según las últimas investigaciones, la costumbre de deformarse la oreja se realizaba ya en el antiguo Egipto, hace más de 3000 años. Otras muchas culturas a lo largo de la historia han realizado dilataciones de los lóbulos de las orejas, desde la América precolombina hasta la India o el imperio persa.
Sin embargo, a pesar del creciente interés por esta actividad, la dilatación de los lóbulos de las orejas es un proceso irreversible. Es decir, el lóbulo de la oreja nunca volverá a tener su aspecto anterior de manera natural.
Por este motivo, cuando una persona desea cerrarse el orificio creado por una dilatación (por la razón que sea) requerirá de una pequeña intervención quirúrgica.
En estos casos es necesario realizar una cirugía llamada lobuloplastia. Esta cirugía se realiza con anestesia local, extirpando el tejido sobrante y haciendo una desepitelización adecuada del tejido que debe suturarse. Es algo parecido a reparar los lóbulos rasgados por los pendientes en personas mayores, pero algo más complicado por la deformidad que presenta el lóbulo tras años de dilatación.
Aunque no es una cirugía especialmente compleja debe ser realizada por personal cualificado y en las condiciones óptimas de esterilidad. De esta manera, se evitarán complicaciones que pueden llegar a ser graves.
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